Sé que he dicho por activa y por pasiva que las novelas protagonizadas por adolescentes no son lo mío. Y sé que entre finales de 2014 y
este año he leído más novelas de este
tipo que en toda mi vida. Tampoco os creáis, que serán 4 ó 5, pero es que
anteriormente me las pasaba por alto.
Lo reconozco, no sé qué me pasa. Tampoco es que haya
cambiado de opinión acerca del asunto, pero es que en las novelas de este tipo me
he ido encontrando con adolescentes que me han tocado de alguna manera: Charlie,
de Las ventajas de ser un marginado (Stephen Chobsky); Laura, Orri y Guðjón, de
Heima es hogar en islandés (Laia Soler); y Lenù y Lila, de La amiga estupenda
(Elena Ferrante).
La última novela de este tipo que he leído, Un final para
Rachel, de Jesse Andrews, también tiene como protagonista a un adolescente
rarito, Greg Gaines, con pocos recursos para afrontar la vida social de una
persona de esta edad pero tan tierno… Greg ni forma parte de alguna de las
tribus de su instituto ni quiere. Prefiere vivir a su aire. Tan solo tiene un
buen amigo, Earl, bastante diferente a él pero con el que tiene en común una de sus
pasiones: el cine.
Esto es así durante todos los años de instituto hasta que en
el último curso, una chica del instituto, Rachel, a la que conocía de vista y a
la que rehuyó en cierta ocasión, enferma de cáncer y la madre de Greg insiste
en que pase tiempo con ella.
Y Greg se siente en la obligación de moral de ir a verla, de
hacerla reír, de procurar que se sienta mejor. Pero al pobre no le sale bien del
todo. Es bastante torpe, poco empático y muchas veces mete la pata. Además, no
acaba de sentir todo aquello que se supone que debes sentir con respecto a un
amigo que padece una grave enfermedad. De hecho, en algún momento del libro
llega a decir: “El hecho de haber conocido a Rachel antes de que muriera no ha
hecho que mi vida tenga más sentido. Si me apuran, tiene incluso menos sentido
que antes, ¿De acuerdo?”.
La novela, a pesar de tratar temas tan serios como la
enfermedad y la muerte de Rachel, el abandono de Earl, la incapacidad social de
Greg, etc. contiene ciertas partes de humor. Además, es un libro sin
sentimentalismos en el que, como dice el protagonista, ni el final es feliz ni
él se enamora de Rachel. Es una historia como las que caben en la vida real; es
una historia llena de gente imperfecta que intenta hacer bien las cosas pero
que salen como salen; es una historia en
la que las historias de amor no tienen por qué ser; es una historia en la que los protagonistas no son guapos. Y, además, es
una historia en la que la gente muere.
Desde luego, Un final para Rachel no es uno de los mejores
libros que he leído este año. Pero, sin duda, es un libro diferente y especial
que te hace sentir más humano y menos divino porque los protagonistas no son
los más guapos, los más sociables, los más listos, los más decididos, los más…
No, son normales, hacen unas cosas bien y otras peor, pero lo intentan. Además,
este libro es un ejemplo de que el final no tiene por qué ser siempre feliz y de que las cosas no siempre salen como queremos.
Este libro no contiene una sola “lección vital importante”, ni una sola “verdad como un puño acerca del amor”, ni un solo ñoño y lacrimógeno “momento en que comprendimos que habíamos dejado la infancia atrás para siempre”, ni nada que se le parezca. Y, a diferencia de la mayoría de los libros en los que sale una chica con cáncer, podéis estar seguros de que no hay una sola frase almibarada y paradójica de esas que ocupan todo un párrafo y se supone que encierra una reflexión profunda porque están en cursiva
Yo tampoco soy mucho de novela juvenil, aunque este en concreto es un libro al que sí daría una oportunidad ;)Me alegro de que finalmente lo hayas disfrutado tanto.
ResponderEliminarBesos
Es ameno y además se lee muy rápido. Merece la pena leer algo diferente sobre este tema.
EliminarBesos!